Mi carácter impulsivo, cuando era niño me hacía reventar en cólera a la menor provocación, la mayoría de las veces después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quién había dañado.
Un día mi maestro que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al salón y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: "¡Estrújalo".
Asombrado obedecí e hice con él una bolita. "Ahora déjalo como estaba antes".
Por más que traté, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
"El corazón de las personas", me dijo "es como ese papel...".
Así aprendí a ser más comprensivo y paciente. Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.
Alguien dijo: "Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio".
Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos en la cara del otro, palabras llenas de violencia y luego cuando pensamos en ello nos arrepentimos.
Podemos pedir perdón pero no podemos volver el tiempo atrás.
Que distinto sería todo si pensáramos antes de actuar, si estuviéramos solos y todo lo que sale de nuestra boca lo recibiéramos nosotros mismos.
Debemos esforzarnos por dar lo mejor y por analizar la calidad de lo que vamos a entregar.-
Desconozco el autor.
2 comentarios:
Hola Maria Teresa, te ha quedado muy bien los cambios en el blog.
Saludos y buena semana.
Querida amiga en mi blog dejé algo para ti, te lo entrego con todo mi cariño
besitos para ti, que Dios te bendiga.
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