Las consultas psicológicas están experimentando un aumento de personas que, ante los problemas económicos y emocionales agravados por la crisis, acuden en busca de optimismo, confianza y estabilidad, mientras que los expertos advierten que la depresión será la principal enfermedad en el 2020.
Tristeza intensa, pesimismo ante la vida, pérdida de interés por la mayoría de las cosas que antes interesaban al individuo, desmotivación, falta de deseo sexual, lentitud motora para pensar o el suicidio en el peor de los casos, son algunos de los síntomas de los que ha alertado a los medios, el catedrático de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, José Antonio Carrobles.
Y es que todo parece apostar a que los expertos no dan abasto y han incrementado el número de pacientes que acuden a sus consultas para tratar de encontrar una solución a un trastorno que, según los Psicólogos, ya afecta al 10% de la población mundial.
Sin olvidar que este problema perjudica a más mujeres que hombres, Carrobles ha asegurado que el desempleo y la crisis producen trastornos depresivos, ya que aunque es pronto para vaticinar la repercusión de esta situación dificultosa, “en estos tiempos la gente necesita más atención psicológica, aunque no tenga dinero para pagar tratamientos en clínicas especializadas”.
Carrobles, que también se muestra preocupado por el incremento de la depresión en la población juvenil, ha opinado que “las pautas educativas son muy deficientes”. “No les hemos enseñado bien y no saben afrontar los problemas”, manifiesta este profesor, aunque reconoce que la depresión afecta mucho más a las personas mayores, y de forma destacada a partir de los 65 años.
En la actualidad, la depresión está considerada como el quinto problema sanitario del mundo, aunque en diez años, los expertos creen que ocupará el segundo en el ranking.
Esto lo atribuye a las múltiples experiencias estresantes que padece el ser humano del siglo XXI, y especialmente, a la complejidad de hacer frente a las diferentes pérdidas que sufre no solo en el ámbito económico sino también en el afectivo.
En cualquier caso, la depresión no entiende de ricos o pobres, y como ha sostenido Carrobles, “tener dinero no garantiza no tener depresión”, en ocasiones, -ha continuado- “las clases bajas tienen más apoyo y cohesión social que las altas, las familias que cuidan más de sus miembros y fomentan valores como el cariño, la comprensión, el amor y la confianza son más propensas a librarse de este trastorno”.
Así, el experto de la Universidad madrileña ha destacado que “no existe una relación entre el nivel económico y la incidencia de la enfermedad”.
Porque las soluciones van parejas al crecimiento de los problemas, Carrobles ha concluido que existen bastantes recursos como los programas terapéuticos, la mejora de los fármacos y la atención psicológica que alivian estos problemas y enseñan al paciente estrategias estables para que no vuelva a deprimirse.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario