Una preciosa compañera de trabajo murió en un accidente automovilístico un mes antes de una presentación importante. Mi jefe le dió a cada miembro del equipo de trabajo una pequeña piedra para que la guardáramos en el bolsillo durante la semana de la presentación. Cuando el dolor nos abrumaba, las piedritas eran un recordatorio de que Dios nos sacaría de esa tragedia de la misma forma en que hizo atravesar a los israelitas por el río Jordán. Los israelitas reunieron piedras para recordar la fidelidad de Dios en los tiempos difíciles.
Después, mi jefe le envió su pequeña piedra a una amiga cuyo hijo había muerto en un accidente automovilístico. Durante un año esa amiga guardó la piedra en la cartera como un recuerdo tangible de que Dios la acompañaría en medio de su sufrimiento. Cuando estuvo lista, le pasó la piedra a otra persona que estaba sufriendo.
No había nada mágico en la piedra, era solo un recordatorio de la promesa de Dios en la Biblia de que Él nos ayudará a pasar por las aguas profundas.-
(Extraído del libro: “Qué hacer cuando no sabes que decir”, ayuda para los momentos de crisis).-
No hay comentarios:
Publicar un comentario