La Navidad de una Huérfana

¡Señor, escucha mi plegaria!  Ya la noche se avecina

Y ni un farol ilumina esta calle solitaria;

y vacilo al caminar, la nieve sigue cayendo,

el sueño me va venciendo, ya quisiera descansar…

 ¡Qué oigo…! ¡Risas infantiles y ruidosos cuchicheos!

¡Cielo santo, lo que veo… niños y niñas a miles!

 Todos hablan, todos ríen, traen todos sus juguetes.

Vienen de ricos banquetes según dicen los que hablan.

 Uno con fuego y ardor Dice cual nunca fue oído:

"¡Gloria a Cristo que ha nacido en esta noche de amor!"

 "Noche de amor…" "Noche Buena…" "Noche de inmenso placer…"

"Noche en que vino a nacer un niño de faz serena…"

 ¿Vino ese niño a morir por ni culpa y ni pecado…?

Mi cuerpo se halla cansado y con deseos de dormir.

 Soñé que un ángel hermoso se acercaba junto a mí

y su labio carmesí tocó mi frente, amoroso.

 Un himno cantó de Gloria con notas jamás oídas

que del cielo desprendidas las grabé en mi memoria.

 Yo me soñé ángel también que al alto cielo volaba

y, mientras más me elevaba, desperté como me ven…

 En la calle abandonada, sin abrigo, visto andrajos,

llevo desnudos los brazos y lloro desconsolada.

 Tengo hambre, siento frío, lejos de mi hogar estoy…

¿Iré con mi madre hoy…? ¡Oh, cómo hiela el rocío!

 La noche esfumando va y el sol no tarda en salir,

mas, si me vuelvo a dormir quizá no despierte ya.

 Voy con vacilantes pasos escuchando los acentos

que entonan los contentos Gozan de Dios en sus brazos

 mientras yo de angustia llena ¡Muero de hambre y de frío!

Y ¿voy a morir, Dios mío, hoy que cantan noche Buena?

 Mi madre, único sostén, quizá muere en este instante;

hazle saber, Dios amante, que yo agonizo también…

 ¡Dios santo, cumple mi anhelo, dame la dicha eternal!

¡Padre Eterno, Celestial, recibe mi alma en el cielo!